La idea primera: narración en muy variados sentidos.
Cuando tienes unos temas recurrentes y a los que eres sensible, puede que la idea te surja como un flash. Incluso bastante elaborada en forma, color y textura. Pero con frecuencia hay que currarse el tema desde el argumento; creando un guión de película. Ejemplo del primer caso puede ser algo así:
Donde la primera y espontánea idea surge de un recuerdo infantil, y surge ya con ingredientes compositivos muy sugerentes, muy claros de interpretar desde el boceto.
En el otro extremo puede darse el que la primera idea sea muy difusa: tema “Mediterráneo” y algo de esquema compositivo en cuanto a unos trazos lineales:
De ahí a la puesta en escena final hay un trayecto arduo y entretenido. Divertido:
El esquema básico debe llevar ya la estructura de la narración, sin contradecirse con las aportaciones posteriores. Permanecer “limpio”, a pesar de que el color, las texturas, y a veces el relieve (en mi caso), puedan complicar bastante el equilibrio. Los ingredientes que aparecían en el boceto eran: el arco (en positivo y negativo, quizás comprobando la sensación de crecimiento y apertura) en mi opinión es un reflejo de bóveda celeste, la dama de mantilla española y abanico (mediterránea seductora), clásica por el atuendo y moderna por el decollage del abanico, y la bahía de Málaga (ciudad abierta y mediterránea). Muy esquemáticos en los bocetillos, pero bastantes sugerentes como para elaborarlos a placer. El marco pseudo barroco y dorado fue una intuición posterior que debe relacionarse con algo de tradición de Semana Santa (digo yo).
Por otra parte, si en la narrativa lo literal, denotativo, es mayoritario; en lo visual, por el contrario, el significado subjetivo, connotativo, es el que arrasa, ya que colores, texturas y formas mal hacen referencia a sí mismos, por tanto se cargan de ideas subjetivas, connotativas (muchas de ellas incluso mágicas ancestrales). En este terreno, la composición aporta toda otra historia paralela que muy pocos leen conscientemente, pero que tenemos la secreta esperanza de que llegue al espectador de alguna manera subrepticia (muchos de mis alumnos captan un montón de cosas por pura intuición, antes de estar formados en lenguaje gráfico). Esta capacidad innata de captar ese lenguaje subliminal te anima a hablarles de todo ese mensaje connotativo, suena a chino, pero sé que hay un trasfondo real, aunque nada más demostrable por encuestas como se hacía con la Gestalt. Los experimentos de Arnheim y Gombrich los he comprobado desde hace treinta años y funcionan. Pero pretendo que esas ideas surjan de forma práctica, dentro del análisis y argumentado con imágenes, no con palabras.